ORACION:
Madre del discernimiento, hemos venido en este día ante Ti. Permítenos estar ante Tu presencia amorosa con un corazón humilde y contrito. Venimos a renovar nuestra mente y nuestro corazón. Para ello, queremos pedirte la presencia del Espíritu Santo, pidiendo el Don del Discernimiento.
Gracias Madre por tu presencia amorosa que nos llena de paz y alegría. Somos Tus hijos que como en Pentecostés estamos ante Ti. Creemos en que Tú nos has elegido para ser tabernáculos de discernimiento, pero necesitamos Tu fuerza para descubrir la voluntad del Padre en nuestras vidas.
Venimos ante Ti y Te suplicamos que quites todo aquello que nos impide hacer la voluntad del Padre. Tú nos enseñaste que lo más importante es hacer Su voluntad. Pero muchas veces vivimos en la oscuridad y no podemos ver con claridad. Por eso, Te pedimos que, en este día, sanes todas nuestras heridas; aquellas que nos hacen alejarnos de Ti y de Tu amado hijo. Sentimos vergüenza para estar frente a Ti, sabemos que Tú nos amas y que siempre nos ayudas. Por eso, de manera especial, te pedimos que seas discernimiento en nuestras vidas.
Hoy, de manera especial, Te queremos pedir que restaures nuestra voluntad. Esa voluntad que, por el pecado, muchas veces se debilita.
Ilumina todos los sentidos en nuestra persona, pero, sobre todo, queremos pedirte, que nos regales el don del Discernimiento, por medio del Espíritu Santo que habita en Ti y que nos ilumines los senderemos donde caminamos. Llénanos de paz y de alegría para servirte.
Ven, Espíritu Divino
Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre,
don, en tus dones espléndido,
luz que penetra las almas,
fuente del mayor consuelo,
ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amen.
Credo
Primer Misterio: María Santísima Tabernáculo del Espíritu Santo.
En las cuentas pequeñas 7 veces:
María, Tabernáculo del Espíritu Santo, acrecienta el Don del Discernimiento en mi vida.
Padre Nuestro, 3 Ave Marías y un Gloria.
Jaculatoria: Ven Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Discernimiento. Llévame a mi interior, llévame al desierto, ven a sanar este corazón inquieto, preocupado, lastimado, triste y cerrado…. Dame discernimiento y calma para escuchar la voluntad de Dios, dame tu soplo que alienta, dame tu agua de vida que limpia y renueva…. Madre del Discernimiento, todo lo espera de Ti mi pobre corazón. Hoy me rindo, derribo mis murallas y me entrego al discernimiento.
Reflexión:
Solemnidad de Pentecostés Regina Coeli – Benedicto XVI 23-05-2010
“Por lo tanto, no hay Iglesia sin Pentecostés. Y quiero añadir: no hay Pentecostés sin la Virgen María. Así fue al inicio, en el Cenáculo, donde los discípulos «perseveraban en la oración con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres, de María, la Madre de Jesús, y de sus hermanos», como nos relata el libro de los Hechos de los Apóstoles (1, 14). Y así es siempre, en cada lugar y en cada época. Fui testigo de ello nuevamente hace pocos días, en Fátima. En efecto, ¿qué vivió esa inmensa multitud en la explanada del santuario, donde todos éramos realmente un solo corazón y una sola alma? Era un renovado Pentecostés. En medio de nosotros estaba María, la Madre de Jesús. Esta es la experiencia típica de los grandes santuarios marianos —Lourdes, Guadalupe, Pompeya, Loreto— o también de los más pequeños: en cualquier lugar donde los cristianos se reúnen en oración con María, el Señor dona su Espíritu.”
PAPA FRANCISCO
MISAS MATUTINAS EN LA CAPILLA DE LA DOMUS SANCTAE MARTHAE
Tres maravillas –lunes 23 de enero de 2017
“Escribe efectivamente Marcos, reproduciendo las palabras del Señor: «En verdad os digo: todo será perdonado a los hijos de los hombres —y nosotros sabemos que el Señor perdona todo si nosotros abrimos un poco el corazón, ¡a todo! — los pecados y también todas las blasfemias que dirán — ¡también las blasfemias serán perdonadas! —; pero quien habrá blasfemado contra el Espíritu Santo no será perdonado eternamente: es reo de culpa eterna». Y así esta persona, «cuando volverá el Señor, oirá esa palabra: “¡aléjate de mí!”». Y esto porque, explicó el Papa, «la gran unción sacerdotal de Jesús la hizo el Espíritu Santo en el vientre de María: los sacerdotes, en la ceremonia de ordenación, todos son ungidos con el óleo; y se habla siempre de la unción sacerdotal». También «Jesús, como sumo sacerdote, recibió esta unción». Y «la primera unción» fue «la carne de María con la obra del Espíritu Santo». Así quien «blasfemia sobre esto, blasfemia sobre el fundamento del amor de Dios, que es la redención, la “re-creación”; blasfemia sobre el sacerdocio de Cristo».
«El Señor perdona todo —explicó el Papa Francisco— pero quien dice estas cosas está cerrado al perdón, no quiere ser perdonado, no se deja perdonar». Precisamente «esto es lo malo de la blasfemia contra el Espíritu Santo: no dejarse perdonar, porque se reniega la unción sacerdotal de Jesús que hizo el Espíritu Santo».”
Segundo Misterio: El corazón de María, Cenáculo permanente de Dios.
En las cuentas pequeñas 7 veces:
María, Tabernáculo del Espíritu Santo, acrecienta el Don del Discernimiento en mi vida.
Padre Nuestro, 3 Ave Marías y un Gloria
Jaculatoria: Ven Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Discernimiento. Llévame a mi interior, llévame al desierto, ven a sanar este corazón inquieto, preocupado, lastimado, triste y cerrado…. Dame discernimiento y calma para escuchar la voluntad de Dios, dame tu soplo que alienta, dame tu agua de vida que limpia y renueva…. Madre del Discernimiento, todo lo espera de Ti mi pobre corazón. Hoy me rindo, derribo mis murallas y me entrego al discernimiento.
Reflexión:
San Louis-Marie Grignion de Montfort -Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen
“Por ello, cuanto más encuentra en un alma a María, su querida e indisoluble Esposa, tanto más poderoso y dinámico se muestra el Espíritu Santo para producir a Jesucristo en esa alma y a ésta en Jesucristo.”
San Juan Pablo II 28-05-1997 -Audiencia General. María y el don del Espíritu
“En la Iglesia y para la Iglesia, Ella, recordando la promesa de Jesús, espera Pentecostés e implora para todos abundantes dones, según la personalidad y la misión de cada uno.”
Segmentos de la Homilía del Papa Francisco 8 de junio de 2013
“Aprendamos, como María, a recibir y a custodiar la Palabra de Dios”.
Ha sido la invitación que el Papa Francisco ha formulado en la Misa en la Casa de Santa Marta este sábado 8 de junio, memoria del Corazón Inmaculado de la Virgen María. El Papa ha subrayado que María leía la vida con la Palabra de Dios y esto justamente significa custodiar.
Asombro y custodia: el Papa ha desarrollado su homilía de hoy partiendo de este binomio. La ocasión la ha ofrecido el Evangelio del día, que narra del asombro de los maestros de la Ley en el Templo en el escuchar a Jesús y en el guardar de María, en su corazón, la Palabra de Dios. El asombro, ha observado el Pontífice, “es más que el gozo: es un momento en el que la Palabra de Dios viene, es sembrada en nuestro corazón”. Pero, ha advertido, “no se puede vivir siempre en el asombro”, esto de hecho va llevado “en la vida con la custodia”. Y es precisamente lo que hace María, de la que se dice que se “maravilló” y custodió la “Palabra de Dios”.
“Custodiar la Palabra de Dios: ¿Qué cosa quiere decir esto? ¿Que recibo la Palabra, tomo una botella, meto la Palabra en la botella y la custodio? No. Custodiar la Palabra de Dios quiere decir que nuestro corazón se abre, se ha abierto a aquella Palabra como la Tierra se abre para recibir las semillas. La Palabra de Dios es una semilla que es sembrada. Y Jesús nos ha dicho qué cosa ocurre con la semilla: algunas caen a lo largo del camino, vienen los pájaros y las comen; esta Palabra no ha sido custodiada, esos corazones no han sabido recibirla”.
Otras, ha continuado, caen en una tierra pedregosa y la semilla muere. Y Jesús dice que aquellos “no saben custodiar la Palabra de Dios porque no son constantes: cuando les sucede una tribulación se olvidan”. La Palabra de Dios, ha observado el Papa, cae en una tierra no preparada, no custodiada, donde hay espinas. “Y ¿qué cosa son las espinas? Jesús, habla del apego a las riquezas, los vicios”. He aquí que “custodiar la Palabra de Dios significa meditar qué cosa nos dice esta Palabra con lo que sucede en la vida”. Y “María hacía esto”, “meditaba y hacía la comparación”. Este, “es un gran trabajo espiritual”:
“Juan Pablo II decía que, con este trabajo, María tenía una particular fatiga en su corazón: tenía el corazón fatigado. Pero esto no es un afán, es una fatiga, es un trabajo. Custodiar la Palabra de Dios se hace con este trabajo: el trabajo de buscar qué cosa significa tal cosa en este momento, qué cosa me quiere decir el Señor en este momento, cómo se entiende tal situación frente a la Palabra de Dios. Leer la vida con la Palabra de Dios: esto significa custodiar”.
Pero también recordar. “La memoria es una custodia de la Palabra de Dios. Nos ayuda a custodiarla, a recordar todo aquello que el Señor ha obrado en mi vida”. Nos recuerda “todas las maravillas de la salvación en su pueblo y en mi corazón. La memoria custodia la Palabra de Dios”. El Papa ha concluido su homilía invitando a todos a meditar “en cómo custodiamos la Palabra de Dios, cómo conservamos este asombro, para que los pájaros del camino no la coman, los vicios no la sofoquen”.
“Nos hará bien cuestionarnos: ‘Con las cosas que ocurren en la vida, me hago la pregunta: ¿en este momento, qué cosa me dice el Señor con su Palabra?’. Esto se llama custodiar la Palabra de Dios, la Palabra de Dios es el mensaje que el Señor nos da en todo momento. Custodiarla con esto: custodiarla con nuestra memoria. Y también custodiarla con nuestra esperanza. Pidamos al Señor la gracia de recibir la Palabra de Dios y custodiarla, y también la gracia de tener un corazón que se fatiga en esta custodia. Así sea”.
Tercer Misterio: María conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón.
En las cuentas pequeñas 7 veces:
María, Tabernáculo del Espíritu Santo, acrecienta el Don del Discernimiento en mi vida.
Padre Nuestro, 3 Ave Marías y un Gloria
Jaculatoria: Ven Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Discernimiento. Llévame a mi interior, llévame al desierto, ven a sanar este corazón inquieto, preocupado, lastimado, triste y cerrado…. Dame discernimiento y calma para escuchar la voluntad de Dios, dame tu soplo que alienta, dame tu agua de vida que limpia y renueva…. Madre del Discernimiento, todo lo espera de Ti mi pobre corazón. Hoy me rindo, derribo mis murallas y me entrego al discernimiento.
Reflexión:
San Juan Pablo II: 28 05 97 – Audiencia General. María y el don del Espíritu.
“En la Iglesia que nace, Ella entrega a los discípulos, como tesoro inestimable, sus recuerdos sobre la Encarnación, sobre la infancia, sobre la vida oculta y sobre la misión de su Hijo divino, contribuyendo a darlo a conocer y a fortalecer la fe de los creyentes.”
HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
Basílica Vaticana -domingo 1 de enero de 2017
«Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2, 19). Así Lucas describe la actitud con la que María recibe todo lo que estaban viviendo en esos días. Lejos de querer entender o adueñarse de la situación, María es la mujer que sabe conservar, es decir proteger, custodiar en su corazón el paso de Dios en la vida de su Pueblo. Desde sus entrañas aprendió a escuchar el latir del corazón de su Hijo y eso le enseñó, a lo largo de toda su vida, a descubrir el palpitar de Dios en la historia. Aprendió a ser madre y, en ese aprendizaje, le regaló a Jesús la hermosa experiencia de saberse Hijo. En María, el Verbo Eterno no sólo se hizo carne, sino que aprendió a reconocer la ternura maternal de Dios. Con María, el Niño-Dios aprendió a escuchar los anhelos, las angustias, los gozos y las esperanzas del Pueblo de la promesa. Con ella se descubrió a sí mismo Hijo del santo Pueblo fiel de Dios.
Las madres son el antídoto más fuerte ante nuestras tendencias individualistas y egoístas, ante nuestros encierros y apatías. Una sociedad sin madres no sería solamente una sociedad fría sino una sociedad que ha perdido el corazón, que ha perdido el «sabor a hogar». Una sociedad sin madres sería una sociedad sin piedad que ha dejado lugar sólo al cálculo y a la especulación. Porque las madres, incluso en los peores momentos, saben dar testimonio de la ternura, de la entrega incondicional, de la fuerza de la esperanza. He aprendido mucho de esas madres que, teniendo a sus hijos presos, o postrados en la cama de un hospital, o sometidos por la esclavitud de la droga, con frio o calor, lluvia o sequía, no se dan por vencidas y siguen peleando para darles a ellos lo mejor. O esas madres que, en los campos de refugiados, o incluso en medio de la guerra, logran abrazar y sostener sin desfallecer el sufrimiento de sus hijos. Madres que dejan literalmente la vida para que ninguno de sus hijos se pierda. Donde está la madre hay unidad, hay pertenencia, pertenencia de hijos.
Cuarto Misterio: María es portadora de discernimiento en el cenáculo.
En las cuentas pequeñas 7 veces:
María, Tabernáculo del Espíritu Santo, acrecienta el Don del Discernimiento en mi vida.
Padre Nuestro, 3 Ave Marías y un Gloria
Jaculatoria: Ven Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Discernimiento. Llévame a mi interior, llévame al desierto, ven a sanar este corazón inquieto, preocupado, lastimado, triste y cerrado…. Dame discernimiento y calma para escuchar la voluntad de Dios, dame tu soplo que alienta, dame tu agua de vida que limpia y renueva…. Madre del Discernimiento, todo lo espera de Ti mi pobre corazón. Hoy me rindo, derribo mis murallas y me entrego al discernimiento.
Reflexión:
DISCURSO DE JUAN PABLO II
A LOS PARTICIPANTES EN EL VIII COLOQUIO INTERNACIONAL DE MARIOLOGÍA
viernes 13 de octubre de 2000
“Dios Padre «dio a su Hijo único al mundo sólo por medio de María» y «quiere tener hijos por medio de María hasta el fin del mundo» (ib., 16 y 29). Dios Hijo «se hizo hombre por nuestra salvación, pero en María y por medio de María» y «quiere formarse y, por decirlo así, encarnarse día a día, por medio de su amada madre, en sus miembros» (ib., 16 y 31). Dios Espíritu Santo «comunicó a María, su Esposa fiel, sus dones inefables» y «quiere formarse, en ella y por medio de ella, a elegidos» (cf. ib., 25 y 34).”
Formación en el discernimiento espiritual -Intención del Papa para marzo de 2018
Para que toda la Iglesia reconozca la urgencia de la formación en el discernimiento espiritual, en el plano personal y comunitario.
La Iglesia hoy necesita crecer en la capacidad de discernimiento espiritual. Hay muchas maneras de emplear bien la vida poniéndola al servicio de los ideales humanos y cristianos. Fuimos creados por Dios por amor y para amar. Necesitamos “leer desde dentro” lo que el Señor nos pide, para vivir en el amor y ser continuadores de esta su misión de amor. El tiempo en el que vivimos nos exige desarrollar una profunda capacidad para discernir… Discernir, de entre todas las voces, cuál es la voz del Señor, cuál es la voz de Él que nos conduce a la Resurrección, a la Vida, y la voz que nos libra de caer en la “cultura de la muerte”. Recemos juntos para que toda la Iglesia reconozca la urgencia de la formación en el discernimiento espiritual, en el plano personal y comunitario.
Quinto Misterio: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios» (Lc 1,30).
En las cuentas pequeñas 7 veces:
María, Tabernáculo del Espíritu Santo, acrecienta el Don del Discernimiento en mi vida.
Padre Nuestro, 3 Ave Marías y un Gloria
Jaculatoria: Ven Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Discernimiento. Llévame a mi interior, llévame al desierto, ven a sanar este corazón inquieto, preocupado, lastimado, triste y cerrado…. Dame discernimiento y calma para escuchar la voluntad de Dios, dame tu soplo que alienta, dame tu agua de vida que limpia y renueva…. Madre del Discernimiento, todo lo espera de Ti mi pobre corazón. Hoy me rindo, derribo mis murallas y me entrego al discernimiento.
Reflexión:
Mensaje del Santo Padre Francisco para la XXXIII Jornada Mundial de la Juventud
25 de marzo de 2018
“En los momentos en que las dudas y los miedos inundan nuestros corazones, resulta imprescindible el discernimiento. Nos permite poner orden en la confusión de nuestros pensamientos y sentimientos, para actuar de una manera justa y prudente. En este proceso, lo primero que hay que hacer para superar los miedos es identificarlos con claridad, para no perder tiempo y energías con fantasmas que no tienen rostro ni consistencia. Por esto, os invito a mirar dentro de vosotros y «dar un nombre» a vuestros miedos. Preguntaos: hoy, en mi situación concreta, ¿qué es lo que me angustia?, ¿qué es lo que más temo? ¿Qué es lo que me bloquea y me impide avanzar? ¿Por qué no tengo el valor para tomar las decisiones importantes que debo tomar? No tengáis miedo de mirar con sinceridad vuestros miedos, reconocerlos con realismo y afrontarlos. La Biblia no niega el sentimiento humano del miedo ni sus muchas causas. Abraham tuvo miedo (cf. Gn 12,10s.), Jacob tuvo miedo (cf. Gn 31,31; 32,8), y también Moisés (cf. Ex 2,14; 17,4), Pedro (cf. Mt 26,69ss.) y los Apóstoles (cf. Mc 4,38-40, Mt 26,56). Jesús mismo, aunque en un nivel incomparable, experimentó el temor y la angustia (Mt 26,37, Lc 22,44).”
“«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?» (Mc 4,40). Este reproche de Jesús a sus discípulos nos permite comprender cómo el obstáculo para la fe no es con frecuencia la incredulidad sino el miedo. Así, el esfuerzo de discernimiento, una vez identificados los miedos, nos debe ayudar a superarlos abriéndonos a la vida y afrontando con serenidad los desafíos que nos presenta. Para los cristianos, en concreto, el miedo nunca debe tener la última palabra, sino que nos da la ocasión para realizar un acto de fe en Dios… y también en la vida. Esto significa creer en la bondad fundamental de la existencia que Dios nos ha dado, confiar en que él nos lleva a un buen final a través también de las circunstancias y vicisitudes que a menudo son misteriosas para nosotros. Si por el contrario alimentamos el temor, tenderemos a encerrarnos en nosotros mismos, a levantar una barricada para defendernos de todo y de todos, quedando paralizados. ¡Debemos reaccionar! ¡Nunca cerrarnos! En las Sagradas Escrituras encontramos 365 veces la expresión «no temas», con todas sus variaciones. Como si quisiera decir que todos los días del año el Señor nos quiere libres del temor.”
Sexto Misterio: El Fiat de María Santísima.
En las cuentas pequeñas 7 veces:
María, Tabernáculo del Espíritu Santo, acrecienta el Don del Discernimiento en mi vida.
Padre Nuestro, 3 Ave Marías y un Gloria
Jaculatoria: Ven Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Discernimiento. Llévame a mi interior, llévame al desierto, ven a sanar este corazón inquieto, preocupado, lastimado, triste y cerrado…. Dame discernimiento y calma para escuchar la voluntad de Dios, dame tu soplo que alienta, dame tu agua de vida que limpia y renueva…. Madre del Discernimiento, todo lo espera de Ti mi pobre corazón. Hoy me rindo, derribo mis murallas y me entrego al discernimiento.
Reflexión:
Homilía del Papa Francisco: los cristianos deben ser hombres y mujeres del «sí» abril 4, 2016
Preguntémonos si somos hombres del sí o si dirigimos la mirada hacia otra parte para no responder. Es uno de los pasajes de la homilía matutina del Papa Francisco celebrada en la capilla de la Casa de la Santa Marta, tras la pausa por las festividades pascuales. Inspirándose en la Solemnidad de la Anunciación, el Santo Padre subrayó que es precisamente el “sí” de María, el que abre la puerta al “sí” de Jesús.
Abraham obedece a Dios, diciendo “sí” a su llamada y parte de su tierra sin saber a dónde llegaría.
El Pontífice centró su homilía sobre la “cadena de los sí” que inicia con Abraham. Y partiendo de la Solemnidad de la Anunciación, Francisco recordó a esa “humanidad de hombres y mujeres” que aun siendo “ancianos”, como Abraham y Moisés, “dijeron sí a la esperanza del Señor”. A la vez que invitó a pensar en Isaías, quien responde que sus labios son impuros, cuando Dios le pide que vaya a decir las cosas al pueblo.
El sí de María abre la puerta al sí de Jesús
El Papa también afirmó que el Señor “purifica los labios de Isaías, ¡e Isaías dice sí!”. Y añadió que esto mismo vale para Jeremías, quien consideraba que no sabía hablar, pero después también dice “sí” al Señor.
“Y hoy el Evangelio nos habla del final de esta cadena de los ‘sí’, pero que es el inicio de otro ‘sí’, que comienza a crecer: el sí de María. Y este ‘sí’ hace que Dios, no sólo mire al hombre, no sólo camine con su pueblo, sino que se haga uno de nosotros y tome nuestra carne. El ‘sí’ de María que abre la puerta al ‘sí’ de Jesús: ‘Yo vengo para hacer Tu voluntad’, este ‘sí’ que va con Jesús durante toda su vida, hasta la Cruz”.
El Papa Bergoglio se detuvo de este modo sobre el “sí” de Jesús si bien le pide al Padre que aleje de él el cáliz. Y teniendo en cuenta que le respondió que “se haga Tu voluntad”, Francisco añadió que ahí vemos el “sí” de Dios”. Es más, “Él es el sí”.
En el “sí” de María está el “sí” de toda la historia de la Salvación
El Obispo de Roma dijo que éste es “un hermoso día para dar gracias al Señor por habernos enseñado este camino del “sí”, y también para pensar en nuestra vida”. Un pensamiento que el Papa dirigió de manera especial a algunos sacerdotes presentes en esta Misa, que celebran su 50º aniversario de ordenación:
“Todos nosotros, cada día, debemos decir ‘sí’ o ‘no’, y pensar si siempre decimos ‘sí’, o tantas veces nos escondemos, con la cabeza gacha, como Adán y Eva, para no decir ‘no’, sino para hacer un poco como que no se entiende… el que no entiende lo que Dios pide. Hoy es la fiesta del ‘sí’. En el ‘sí’ de María está el ‘sí’ de toda la historia de la Salvación, y comienza allí el último ‘sí’ del hombre y de Dios”.
Preguntémonos si somos hombres y mujeres del “sí”
Allí – añadió el Papa – Dios recrea con un “sí” como cuando al inicio hizo al mundo y al hombre. Y ahora, con este “sí” “recrea el mundo maravillosamente, nos recrea a todos nosotros”. Es “el ‘sí’ de Dios – dijo – el que nos santifica, el que nos hace ir adelante en Jesucristo”:
“Es una jornada para dar gracias al Señor y para preguntarnos: ¿Yo soy un hombre o una mujer del ‘sí’ o soy un hombre o una mujer del ‘no’, o soy un hombre o una mujer que mira un poco hacia otra parte, para no responder? Que el Señor nos dé la gracia de entrar en este camino de hombres y mujeres que han sabido decir ‘sí’”.
Al término de la homilía, las religiosas vicentinas que prestan su servicio en la Casa de Santa Marta renovaron sus votos. “Lo hacen cada año – dijo el Papa – porque San Vicente era inteligente y sabía que la misión que les encomendaba era muy difícil y por eso quiso que cada año renovaran los votos”.
Séptimo Misterio: María Santísima en la vocación.
En las cuentas pequeñas 7 veces:
María, Tabernáculo del Espíritu Santo, acrecienta el Don del Discernimiento en mi vida.
Padre Nuestro, 3 Ave Marías y un Gloria
Jaculatoria: Ven Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Discernimiento. Llévame a mi interior, llévame al desierto, ven a sanar este corazón inquieto, preocupado, lastimado, triste y cerrado…. Dame discernimiento y calma para escuchar la voluntad de Dios, dame tu soplo que alienta, dame tu agua de vida que limpia y renueva…. Madre del Discernimiento, todo lo espera de Ti mi pobre corazón. Hoy me rindo, derribo mis murallas y me entrego al discernimiento.
Reflexión:
REZO DEL SANTO ROSARIO COMO CONCLUSIÓN DEL MES MARIANO –PALABRAS DEL SANTO PADRE FRANCISCO
Plaza de San Pedro -viernes 31 de mayo 2013
Queridos hermanos y hermanas:
Esta tarde hemos rezado juntos el santo rosario; hemos recorrido algunos acontecimientos del camino de Jesús, de nuestra salvación y lo hemos hecho con Aquella que es nuestra Madre, María, Aquella que con mano segura nos conduce a su Hijo Jesús. María siempre nos guía a Jesús.
Celebramos hoy la fiesta de la Visitación de la Bienaventurada Virgen María a su pariente Isabel. Quisiera meditar con vosotros este misterio que muestra cómo María afronta el camino de su vida, con gran realismo, humanidad, de forma concreta.
Tres palabras sintetizan la actitud de María: escucha, decisión, acción; escucha, decisión, acción. Palabras que indican un camino también para nosotros ante lo que nos pide el Señor en la vida. Escucha, decisión, acción.
Escucha. ¿De dónde nace el gesto de María de ir a casa de su pariente Isabel? De una palabra del Ángel de Dios: «También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez…» (Lc 1, 36). María sabe escuchar a Dios. Atención: no es un simple «oír», un oír superficial, sino que es la «escucha» hecha de atención, acogida, disponibilidad hacia Dios. No es el modo distraído con el que muchas veces nos ponemos delante del Señor o de los demás: oímos las palabras, pero no escuchamos de verdad. María está atenta a Dios, escucha a Dios.
Pero María escucha también los hechos, es decir, lee los acontecimientos de su vida, está atenta a la realidad concreta y no se detiene en la superficie, sino que va a lo profundo, para captar el significado. Su pariente Isabel, que ya es anciana, espera un hijo: éste es el hecho. Pero María está atenta al significado, lo sabe captar: «Para Dios nada hay imposible» (Lc 1, 37).
Esto vale también en nuestra vida: escucha de Dios que nos habla, y escucha también las realidades cotidianas: atención a las personas, a los hechos, porque el Señor está a la puerta de nuestra vida y llama de muchas formas, pone signos en nuestro camino; nos da la capacidad de verlos. María es la madre de la escucha, escucha atenta de Dios y escucha igualmente atenta a los acontecimientos de la vida.
La segunda palabra: decisión. María no vive «deprisa», con angustia, pero, como pone de relieve san Lucas, «meditaba todas estas cosas en su corazón» (cf. Lc 2, 19.51). E incluso en el momento decisivo de la Anunciación del Ángel, Ella pregunta: « ¿Cómo será eso?» (Lc 1, 34). Pero no se detiene ni siquiera en el momento de la reflexión; da un paso adelante: decide. No vive deprisa, sino sólo cuando es necesario «va deprisa». María no se deja arrastrar por los acontecimientos, no evita la fatiga de la decisión. Y esto se da tanto en la elección fundamental que cambiará su vida: «Heme aquí, soy la esclava del Señor…» (cf. Lc 1, 38), como en las elecciones más cotidianas, pero ricas también de significado. Me viene a la mente el episodio de las bodas de Caná (cf. Jn 2, 1-11): también aquí se ve el realismo, la humanidad, el modo concreto de María, que está atenta a los hechos, a los problemas; ve y comprende la dificultad de los dos jóvenes esposos a quienes falta el vino en la fiesta, reflexiona y sabe que Jesús puede hacer algo, y decide dirigirse al Hijo para que intervenga: «No tienen vino» (cf. v. 3). Decide.
En la vida es difícil tomar decisiones, a menudo tendemos a postergarlas, a dejar que otros decidan en nuestro lugar, con frecuencia preferimos dejarnos arrastrar por los acontecimientos, seguir la moda del momento; a veces sabemos lo que debemos hacer, pero no tenemos la valentía o nos parece demasiado difícil porque significa ir a contracorriente.
María en la Anunciación, en la Visitación, en las bodas de Caná va a contracorriente, María va a contracorriente; se pone a la escucha de Dios, reflexiona y trata de comprender la realidad, y decide abandonarse totalmente a Dios, decide visitar, incluso estando encinta, a la anciana pariente; decide encomendarse al Hijo con insistencia para salvar la alegría de la boda.
La tercera palabra: acción. María se puso en camino y «fue de prisa…» (cf. Lc 1, 39). El domingo pasado ponía de relieve este modo de obrar de María: a pesar de las dificultades, las críticas recibidas por su decisión de ponerse en camino, no se detiene ante nada. Y parte «deprisa». En la oración, ante Dios que habla, al reflexionar y meditar acerca de los hechos de su vida, María no tiene prisa, no se deja atrapar por el momento, no se deja arrastrar por los acontecimientos. Pero cuando tiene claro lo que Dios le pide, lo que debe hacer, no se detiene, no se demora, sino que va «deprisa». San Ambrosio comenta: «La gracia del Espíritu Santo no comporta lentitud» (Expos. Evang. sec. Lucam, II, 19: PL 15, 1560). La acción de María es una consecuencia de su obediencia a las palabras del Ángel, pero unida a la caridad: acude a Isabel para ponerse a su servicio; y en este salir de su casa, de sí misma, por amor, lleva cuanto tiene de más valioso: a Jesús; lleva al Hijo.
Algunas veces, también nosotros nos detenemos a escuchar, a reflexionar sobre lo que debemos hacer, tal vez tenemos incluso clara la decisión que tenemos que tomar, pero no damos el paso a la acción. Sobre todo, no nos ponemos en juego nosotros mismos moviéndonos «de prisa» hacia los demás para llevarles nuestra ayuda, nuestra comprensión, nuestra caridad; para llevar también nosotros, como María, lo que tenemos de más valioso y que hemos recibido, Jesús y su Evangelio, con la palabra y sobre todo con el testimonio concreto de nuestro obrar.
María, la mujer de la escucha, de la decisión, de la acción.
María, mujer de la escucha, haz que se abran nuestros oídos; que sepamos escuchar la Palabra de tu Hijo Jesús entre las miles de palabras de este mundo; haz que sepamos escuchar la realidad en la que vivimos, a cada persona que encontramos, especialmente a quien es pobre, necesitado, tiene dificultades.
María, mujer de la decisión, ilumina nuestra mente y nuestro corazón, para que sepamos obedecer a la Palabra de tu Hijo Jesús sin vacilaciones; danos la valentía de la decisión, de no dejarnos arrastrar para que otros orienten nuestra vida.
María, mujer de la acción, haz que nuestras manos y nuestros pies se muevan «deprisa» hacia los demás, para llevar la caridad y el amor de tu Hijo Jesús, para llevar, como tú, la luz del Evangelio al mundo. Amén.
Al final de la celebración, el Papa dirigió el siguiente saludo a los fieles:
Os agradezco este Rosario juntos, por esta comunión entorno a la Madre. Que Ella nos bendiga a todos, nos haga más hermanos. ¡Buenas noches y buen descanso!